LA MÚSICA SEGÚN LOS PRINCIPIOS BÍBLICOS

ES UN TEMA PREOCUPANTE.

Por lo que veo, este es un tema que, en los últimos años, está trayendo una incomodidad silenciosa entre muchos creyentes. Yo sufrí parte de eso, pues en una iglesia en donde asistí, a puertas cerradas y con espacio reducido, colocaban como tres o cuatro parlantes enormes que rodeaban a la congregación, y encima de eso, la batería muy cerquita del público. También tenían un coro de alabanza con un micrófono por cada cantante. No les miento si les digo que casi siempre me salía del culto lagrimeando por el dolor que todo aquél ruido le causaba a mi único oído, pues como muchos saben sólo cuento con uno.

Algunos no han considerado que el tema del «ruido estruendoso en la alabanza» es un calvario para otros. Como en mi caso, que aquello no me permitía adorar con tranquilidad a nuestro Dios.

Sin embargo, a pesar que «no considerar al prójimo para amarlo como a ti mismo» ya es algo grave; tenemos que poner atención a algo mucho mayor, nos referimos a la adoración en sí misma.

¿Qué es lo que a Dios le agrada con respecto a la música en el culto?

Tenemos que preguntarnos seriamente: ¿Son los cánticos realmente para Dios o para los músicos? ¿Estamos en el culto para el deleite de Dios o sólo buscamos satisfacernos de alguna manera con el servicio?

Bueno, entre todas las preguntas que pudiéramos hacernos, la más importante es ¿Qué dice la Biblia sobre la música? ¿Según la palabra, cuál es la música ideal que se debe tocar y cantar en la congregación? Gracias al estudio bíblico, podemos hacer una lista de principios que nos guiarán a elevar a Dios una alabanza adecuada:

1. TIENE QUE SER CRISTOCÉNTRICA.

La música que acompañan nuestras canciones no deben estar basadas en nuestras experiencias, sentimientos o deseos personales, sino en Cristo. La música que no presenta a Cristo Jesús, simplemente no puede llamarse «cristiana»; sería como una persona que dice ser cristiana, que habla de Jesús, pero que su vida no refleja a Cristo. De la misma manera, una música puede mencionar el nombre de Jesús pero aún así no ser cristiana, porque no está reflejando el carácter de Cristo.

La adoración a Dios debe presentar el evangelio de Cristo (Hechos 16:25,31), su sacrificio de redención, y su obrar en el creyente. Pero la misma melodía (no sólo la letra), también debe reflejar, en muchos aspectos, a Cristo.

2. TIENE QUE SER DOCTRINAL.

La mayor cantidad de canciones contemporáneas, se basan más en experiencias propias y hasta en deseos caprichosos. Pero con muy poco contenido bíblico-doctrinal.  

El mensaje de Jesucristo, la salvación por medio de él, trae consigo un conjunto de verdades fundamentales para la fe del creyente. Todas las doctrinas bíblicas giran en torno a Cristo; por lo mismo no se puede considerar música cristiana lo que no refleje una solidez doctrinal, firmemente basada en las Escrituras del Señor.

Así que, la alabanza en la iglesia tiene que reflejar verdades como: Los perfectos atributos de Dios, La justificación por fe, La seguridad eterna del creyente, La obra y el fruto del Espíritu Santo, La venida del Señor, La obra misionera, La fe y la esperanza en el Creyente, etc. Por otro lado, no me imagino que «tan sublimes verdades» vayan acompañadas de música estruendosa, carnal o desordenada.

3. DEBE TENER EL CARÁCTER DE DIOS.

Mucha de la música de hoy, aunque tenga el nombre de «cristiana», está conformada más al sistema del mundo que al carácter santo de Dios.
Nosotros somos llamados a iluminar con la luz de Cristo al mundo (Filipenses 2:15), y no al revés (Jeremías 15:19).

Así que, no es suficiente tener buena doctrina en la letra de las canciones sino también en la melodía musical, en el ritmo de las alabanzas. Todo esto tiene que reflejar la santidad de Dios y la gloria de Dios (Lucas 2:14). Por lo tanto, si Dios es Santo, Puro, Majestuoso, Glorioso, Justo, Bueno, de orden, de paz, Excelso y Maravilloso, la música tiene que reflejar su carácter lo más posible.

PRINCIPIOS BÍBLICOS:

Veamos algunos principios que podemos aplicar en nuestra elección de la música para adorar:

  1. Debemos vivir comprobando lo que agrada a Dios. (Efesios 5:10)
    Debemos tener seguridad de que la música que elegimos agrade realmente a Dios y no a nosotros mismos.
  2. No debemos conformarnos al mundo. (Romanos 12:1-2)
    Algunos géneros y ritmos de música no son adecuados para la adoración a Dios. Dios nos ha mandado a salir del molde del mundo, quiere que marquemos la diferencia. No podemos traer música de carácter mundana para alabar a Dios.
  3. Dios señala que existe la música y los cánticos espirituales. (Col.3:16)
    Se puede deducir de aquí, que también existen cánticos carnales. Dios nos manda a cantar sólo aquello que sea espiritual, guiados por su Espíritu Santo. Pues en el contexto, Pablo está tratando sobre dejar los apetitos de la carne y asumir el control o llenura del Espíritu.
  4. Dios nos manda a hacer todo para su gloria (1Co.10:31)
    Ese «todo» incluye necesariamente a la música. Debemos cantar y tocar sólo aquello que glorifique a Dios.
  5. Dios desea un culto racional no emocional. (Ro.12:2)
    La Biblia también nos enseña qué, así como oramos con entendimiento, debemos también cantar con el entendimiento.
    «¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento.» (1Cor.14:15). Si se percata usted, en este verso, el cántico está siendo elevado al nivel de la oración.
  6. Dios nos manda a hacer todo en el nombre de Cristo. (Colosenses 3:17)
    Esto quiere decir «como si Cristo mismo lo haría». ¿Qué tipo de música nos imaginamos tocando o cantando a Cristo?
  7. La Biblia nos dice que la alabanza es un fruto de nuestra adoración, y no el medio para adorar.
    La alabanza, en realidad es un fruto de nuestra comunión con Dios: «Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre.» (Heb.13:15). Pero hoy se ha invertido el orden: Muchos, sin tener una buena comunión con Dios ni con su palabra, esperan que a través de la música y las alabanzas, jugando éstas a favor de sus emociones, experimenten «la presencia de Dios» y que de algún modo, sientan así, que sus vidas cambian. Con esto, sólo se ha reemplazado a Dios, a su palabra, a Cristo, y al Espíritu Santo. Pues es nuestra relación con Dios lo que, en realidad, tendría que producir la alabanza correcta.
  8. Dios nos manda a hacer todo para edificación. (1 Corintios 14:26)
    En este verso, Pablo se refiere a la alabanza («tiene salmo») en conjunto con la doctrina y con todo lo que era para edificar a la iglesia. Dios quiere que todo lo que hagamos, incluyendo la música, colabore a la edificación del cuerpo de Cristo. No debemos renunciar a la edificación por una satisfacción personal, en el culto vamos a adorar a Dios y a servir al prójimo. Cualquier músico que no haya entendido este principio no ha entendido nada de Cristo, y no debería aún participar en el ministerio de alabanza.

¿QUÉ GÉNERO DE MÚSICA DEBEMOS TOCAR Y CANTAR?

Esta pregunta siempre trae polémica. Pues muchos consideran que «el género o el ritmo no importa» con tal que la letra y el corazón sean para Cristo.

Pero se ha comprobado que, como todo lenguaje, la música puede catalogarse como moral, es decir puede ser buena o mala. ¿Qué tipo de música entonces debemos escoger para Dios? Siempre prefiero dejar esa respuesta para el buen entendedor:

Una vez un joven, en un campamento, me preguntó así: «Pastor me gusta mucho la música urbana, el reggaeton, y todo eso ¿Está bien que siga con esa música?» Yo sólo le respondí: «te imaginas a Cristo cantando con su gorra para atrás, y con un enorme medallón, haciendo esas señas mientras canta esa música» y él me dijo: No, para nada. Entonces concluyó: «ya entendí pastor» y se fue muy sonriente. Creo que no esperaba esa respuesta, y yo tampoco esperaba que dejar lo que le agradaba le iba a ser feliz.

Entonces, no se trata de poner leyes estrictas sobre la música, se trata de madurar y comprender los principios cristianos; y sólo entonces hacer decisiones correctas, que honren y glorifiquen a Dios. Cuando alguien quiere agradar a Dios no se enojará ni entristecerá por dejar algo que le agrade mucho.

Así que, de por sí, todo esto ya involucra el orden, el volumen, y la belleza que debe haber en la música congregacional.